20 de noviembre de 2015-11-21
Sala Sinfónica
Centro de Bellas Artes de Puerto Rico
Buenos días, bienvenidas y bienvenidos todos al Centro de Bellas Artes, en especial a los distinguidos conferenciantes y panelistas que nos acompañan durante esta jornada de discusión crítica y educativa que promete ser muy productiva, dada la diversidad de voces y perspectivas que intervienen en el análisis en torno al Plan de Uso de Terrenos de Puerto Rico.
Muchos se habrán preguntado, qué hace el Centro de Bellas Artes organizando un evento esencialmente de corte académico, técnico y en apariencia, de interés para ciertas clases profesionales del país. Por qué entonces el Centro de Bellas Artes se toma la iniciativa de organizar este cónclave alejado aparentemente de los conceptos tradicionales del arte y la cultura. Digo en apariencia pues como veremos a lo largo de este simposio, el Plan de Uso de Terrenos es seguramente el proyecto de ordenamiento y regulación territorial más importante que tiene Puerto Rico y que –a nuestro juicio – es uno de los proyectos más importante de desarrollo futuro de nuestro país.
Desarrollo entiéndase, en todos los órdenes del quehacer nacional, tanto ambiental, como agrícola, urbano y comunitario. Y, en este orden de valores tan esenciales para la organización y desarrollo social y económico del país, dónde queda pues el desarrollo cultural; O es precisamente porque impacta estos valores esenciales de nuestro quehacer colectivo que hemos tomado con entusiasmo esta iniciativa. Y es aquí en donde nos insertamos, pues el primer centro cultural de Puerto Rico tiene como visión y misión ser parte también de la discusión sobre asuntos de interés público y contribuir responsablemente a su examen y difusión.
Si en efecto, este abarcador diseño de regulación y ordenamiento territorial habrá de impactar la calidad y sostenibilidad de la vida social de ésta y futuras generaciones, entonces, nos corresponde como entidad pública, reconocer su importancia y aportar críticamente a su divulgación, pues la cultura habidas cuentas, no se reduce únicamente a las manifestaciones artísticas. La cultura en un sentido amplio y complejo nos remite a todo el quehacer humano. Son las prácticas que realizamos en todos los ámbitos de la vida social; la manera cómo nos organizamos para hacer las cosas y el sentido que le damos a ese hacer y que, en gran medida, se alinea con lo que podríamos llamar identidades culturales. Aquello que nos define como pueblo.
Ese quehacer es también un devenir cambiante, poroso, abierto al mundo y a sus transformaciones. Hay pues, una cultura agrícola, una cultura ambiental, una cultura urbana y comunitaria, tecnológica y artesanal y, por supuesto hay una cultura estética y artística. Son todos saberes que convergen, se traslapan, cohabitan y que llegan desde y fluyen hacia múltiples sitios. De ahí va naciendo también una nueva conciencia de cómo nuestras prácticas de organización social afectan el bienestar común. De esa praxis de la experiencia efectiva, de nuestros hábitos y costumbres surge una particular voluntad de ordenamiento espacial de nuestra realidad social, que habrá de aportar a eso que llamamos calidad de vida. Que puede ser la coexistencia de lo mismo con lo otro, de la continuidad de lo igual con la ruptura del cambio y la innovación.
De esos órdenes va surgiendo una nueva conciencia alimentaria, ambiental, urbanística, comunitaria y en definitiva una nueva conciencia ética y estética de nuestra vida en sociedad. Una nueva sensibilidad que nos revela –quizá más que nunca- la necesidad de integración y dependencia entre sus partes. La cultura es pues, en este amplio sentido, el común denominador de todos estos quehaceres y saberes en los que confluyen y convergen la tradición y la innovación. Es el cauce por el que fluyen y la fuente que nos aviva.
A la luz de esta reflexión nos parece necesario atender este Plan de Uso de Terrenos, reconocer su alcance, evaluar su pertinencia en el Puerto Rico del futuro y de hoy, y exponerlo a la discusión y al análisis crítico, que es muy distinto al de unas vistas públicas. Es por eso que hemos juntado en una misma mesa de trabajo, la voz del estado, la voz de instituciones cívicas, comunitarias y profesionales, y las voces de académicos y de pequeñas organizaciones e individuos. Voces y perspectivas diversas que ilustran ese apretado tapiz de miradas que es nuestro tejido social. No dejemos que la crisis de lo urgente, impida atender lo importante. Por eso nuestra modesta contribución de organizar este encuentro. Por eso podemos decir también, que estamos listos.
Gracias.
Ricardo Cobián Figeroux, Ph.D.
Gerente General
Centro de Bellas Artes de Puerto Rico